Mis primeros recuerdos caninos eran unos perros de caza que tenía un tío mío. Ya de crío, me gustaban mucho los animales y leía libros sobre mis animales preferidos, el perro , el lobo, el tigre y el oso. Con seis y siete años me iba a veces a un parque cercano a mi casa en Zaragoza, el Parque Bruil , a ver a un oso que tenían allí enjaulado. Recuerdo que me entristecía mucho la situación del pobre oso, que además de vivir enjaulado estaba tuerto de los perdigonazos que le tiraban los gamberros. Con ocho o nueve años compramos un mono pequeño que teníamos en casa pero que a los quince días revendimos a una pajarería porque je, je no paraba de hacer monadas. Quizás ya mi afición por los canes venga de mi apellido Lobera, en el escudo heráldico de la familia se pueden ver tres lobos.
Era un perro pendenciero, buen guardián y muy rústico. Realmente el mundo del perro ha cambiado a peor en cuanto al tema carácter, antes cualquier perro lobo guardaba, ahora resulta que para que un perro guarde tienes que ir al quinto coño, traer una línea de la leche y encima tener suerte de que el ejemplar en concreto te salga bien. No sé si es porque los mimamos demasiado o por la excesiva orientación al mundo de las exposiciones, pero es una opinión bastante generalizada la de que antes era más fácil encontrar perros con carácter.
Era un perro muy pendenciero, muy peleón, en esos momentos no había
perros grandes en el pueblo (ya no quedaban Mastines, llegaron más tarde
reintroducidos de criaderos de Zaragoza principalmente) y el era el rey.
Hay una cosa que me dejaba alucinado y que hacía con mucha frecuencia,
saltaba la valla , de unos dos metros de altura , y se hasta una semana por el monte, el caso es que siempre regresaba y volvía
con el mismo aspecto, así que suponíamos que cazaba y se alimentaba por
su cuenta. Aún recuerdo perfectamente como si fuera ayer el día que se
le enganchó una pata en la valla, se hirió y el veterinario le tuvo que
abrir y coser sin anestesia de ningún tipo , mientras mi padre y yo le
agarrábamos. Nunca se le hizo ninguna prueba de guarda ni nada parecido , pero demostró su valía en la mejor prueba de guarda que
existe, la de morder y hacer huir a unos "rapiños" que entraban en la
finca con malas intenciones.
Arriba aparece Sultán en los "praos" pirenaicos. Abajo, en la foto de la izquierda, se le ve junto a los señores que lo cuidaban cuando no estábamos, a mi padre, a mi hermano y a mí mismo . En la otra instantánea de la derecha aparece con el hijo de esos mismos señores en la nieve.
Como anécdota, decir que en la finca llegamos a tener ciervos, los tuvimos una temporada en una zona acotada muy amplia. También mi padre tiene allí en un pequeño lago y recinto varias aves como palomas, cisnes y pavos reales. Desde la muerte de Sultán, siempre hemos tenido en la finca del Pirineo Mastines del Pirineo, y de hecho aún tenemos uno, así es que llevamos veinte años teniendo mastines en casa . Como digo, durante veinte años hemos tenido mastines del Pirineo también llamados Mostines , en general teníamos una pareja. Tuvimos de todo, tanto Mostines que nos regala el veterinario de Biescas u otros sin pedigrí hasta alguno procedente de un afamado criadero zaragozano. Sin duda el más espectacular fue Pachón. Era un perro enorme, tremendamente grande, de unos 85cm a la cruz y unos 85kg. Cuando Rafael Malo vio unas fotos suyas que yo le enseñé lo definió como “un adelantado a su tiempo”, ya que tenía el tamaño y la estructura de muchos Mostines actuales. Era un perro que impresionaba por su tamaño y belleza a todo el que lo veía, bastante peleón con otros perros, pero como todos los mastines que he tenido, nulo como guardián.
Pachón junto a mi madre Tuvimos varias camadas de Mostines, pero no teníamos afijo ni nada así, ni siquiera los vendíamos, como solía ser normal en esa época y más en los pueblos, los regalábamos a familiares o amigos. Regalamos varios a unos tíos y primos míos, los tuvieron hasta hace muy pocos años en una finca cercana a Zaragoza.
La Mastina Diana con su camada de cachorros
Pachón A día de hoy, en el año 2005 en el chalet del Pirineo aún tenemos a un Mastín del Pirineo, Pachón II , y un cruce de Pastor Alemán, Belga y Husky llamado Pachín; como sobra decir no guardan ninguno de los dos, pero es que mis padres están ya de vuelta de los perros y les importa un bledo que guarden o no, ya no quieren más perros y cuando que mueran estos dos ya no tendrán más perros en la casa.
Pachón con mi padre Pero sigamos con la historia, tras los lógicos años de locura juvenil, en que no me preocupaba mucho del tema de los canes, en el año 97 retomé la afición que desde crío había tenido por los perros. Además en esa época se me empezó a pasar por la cabeza la idea de independizarme a corto o medio plazo, mi idea era el irme a una casa con jardín y tener allí perros de guarda. En ese momento ya tenía claro que el Mastín de los Pirineos, la raza de toda mi vida no valía para lo que yo quería y que esos perros lobos cruzados de pastor alemán con cualquier cosa pero que guardaban de maravilla, ya no existían.
Así que empecé a buscar todo tipo de información sobre razas de guarda.
Empecé a comprar libros y videos, acudir a exposiciones y comenzaba a
frecuentar foros de internet sobre molosos y perros de presa
principalmente. Empezó así mi búsqueda de mi perro perfecto, y mi perro
perfecto era el que fuera un magnífico perro de guarda.
Así en 1998 conocí al Mastín del Cáucaso, pero eso irá en el siguiente
artículo.
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