Mi historia en el mundo del perro:


Si al iniciar este artículo, se piensan que les voy a contar que llevo cuarenta años criando perros y que he criado decenas de razas, les digo ya de primeras que no es así, de entrada porque ni tengo cuarenta años ni me considero un criador de perros en el sentido estricto de la palabra.Eso si, desde crío me han gustado los canes y en general los animales, y en la familia he convivido con perros desde chaval.

Mis primeros recuerdos caninos eran unos perros de caza que tenía un tío mío. Ya de crío, me gustaban mucho los animales y leía libros sobre mis animales preferidos, el perro , el lobo, el tigre y el oso. Con seis y siete años me iba a veces a un parque cercano a mi casa en Zaragoza, el Parque Bruil , a ver a un oso que tenían allí enjaulado. Recuerdo que me entristecía mucho la situación del pobre oso, que además de vivir enjaulado estaba tuerto de los perdigonazos que le tiraban los gamberros.

Con ocho o nueve años compramos un mono pequeño que teníamos en casa pero que a los quince días revendimos a una pajarería porque je, je no paraba de hacer monadas.

Quizás ya mi afición por los canes venga de mi apellido Lobera, en el escudo heráldico de la familia se pueden ver tres lobos.


Con once o doce años y después de mucho dando "la paliza" a mis padres, tuve a Sultán, mi primer perro y de los mejores que he tenido, yo diría que el mejor hasta la llegada a mi vida de los Cáucasos. En esa época estaba muy de moda el Pastor Alemán, y a mi también me gustaban mucho, por eso cogimos a Sultán, porque era el típico perro lobo. En realidad no era un Pastor Alemán de pura raza ni mucho menos, era lo que se decía un perro lobo, o sea un perro cruzado similar a un Pastor Alemán, aunque como podéis ver en las fotos casi se parecía más a un Pastor Belga. Sultán me lo regalaron por medio de un amigo que tenía un hermano suyo de otra camada anterior. Fuimos al tiro de pichón de Zaragoza donde su padre ejercía como guardián, a su madre no la llegué a ver, decían que era una loba auténtica aunque está claro que eso era falso y nunca me lo llegue a creer. A Sultán lo tuvimos al principio en Zaragoza y después en la finca que poseen mis padres en el Pirineo. Sultán era un perro de tamaño medio, de unos 65 cm a la cruz y unos 35kg de peso, pero tenía unos cojones...

Era un perro pendenciero, buen guardián y muy rústico. Realmente el mundo del perro ha cambiado a peor en cuanto al tema carácter, antes cualquier perro lobo guardaba, ahora resulta que para que un perro guarde tienes que ir al quinto coño, traer una línea de la leche y encima tener suerte de que el ejemplar en concreto te salga bien. No sé si es porque los mimamos demasiado o por la excesiva orientación al mundo de las exposiciones, pero es una opinión bastante generalizada la de que antes era más fácil encontrar perros con carácter.

Era un perro muy pendenciero, muy peleón, en esos momentos no había perros grandes en el pueblo (ya no quedaban Mastines, llegaron más tarde reintroducidos de criaderos de Zaragoza principalmente) y el era el rey. Hay una cosa que me dejaba alucinado y que hacía con mucha frecuencia, saltaba la valla , de unos dos metros de altura , y se hasta una semana por el monte, el caso es que siempre regresaba y volvía con el mismo aspecto, así que suponíamos que cazaba y se alimentaba por su cuenta. Aún recuerdo perfectamente como si fuera ayer el día que se le enganchó una pata en la valla, se hirió y el veterinario le tuvo que abrir y coser sin anestesia de ningún tipo , mientras mi padre y yo le agarrábamos. Nunca se le hizo ninguna prueba de guarda ni nada parecido , pero demostró su valía en la mejor prueba de guarda que existe, la de morder y hacer huir a unos "rapiños"  que entraban en la finca con malas intenciones.
Con cinco años murió, y desde luego repito que ha sido mi mejor perro hasta la llegada de los Cáucasos.

Arriba aparece Sultán en los "praos" pirenaicos. Abajo, en la foto de la izquierda,  se le ve junto a los señores que lo cuidaban cuando no estábamos, a mi padre, a mi hermano y a mí mismo . En la otra instantánea de la derecha  aparece  con el hijo de esos mismos señores en la nieve.

 

Como anécdota, decir que en la finca llegamos a tener ciervos, los tuvimos una temporada en una zona acotada muy amplia. También mi padre tiene allí en un pequeño lago y recinto varias aves como palomas, cisnes y pavos reales.

Desde la muerte de Sultán, siempre hemos tenido en la finca del Pirineo Mastines del Pirineo, y de hecho aún tenemos uno, así es que llevamos veinte años teniendo mastines en casa .

Como digo, durante veinte años hemos tenido mastines del Pirineo también llamados  Mostines , en general teníamos una pareja. Tuvimos de todo, tanto Mostines que nos regala el veterinario de Biescas u otros sin pedigrí hasta alguno procedente de un afamado criadero zaragozano. Sin duda el más espectacular fue Pachón. Era un perro enorme, tremendamente grande, de unos 85cm a la cruz y unos 85kg. Cuando Rafael Malo vio unas fotos suyas que yo le enseñé lo definió como “un adelantado a su tiempo”, ya que tenía el tamaño y la estructura de muchos Mostines actuales. Era un perro que impresionaba por su tamaño y belleza a todo el que lo veía, bastante peleón con otros perros, pero como todos los mastines que he tenido, nulo como guardián.

Pachón junto a mi madre

Tuvimos varias camadas de Mostines, pero no teníamos afijo ni nada así, ni siquiera los vendíamos, como solía ser normal en esa época y más en los pueblos, los regalábamos a familiares o amigos. Regalamos varios a unos tíos y primos míos, los tuvieron hasta hace muy pocos años en una finca cercana a Zaragoza.

La Mastina Diana con su camada de cachorros


En principio, el Mastín de los Pirineos era sin duda mi raza , porque estéticamente eran preciosos, enormes y porque un enamorado de Aragón y de los Pirineos como soy yo, es lógico que se fijara principalmente en esta raza. Pero poco a poco me fueron defraudando, los veía muy pasotas, muy independientes, vagos, linfáticos, babosos y sobretodo sin carácter. Podría decir muchísimas situaciones en las que se veían que eran nulos como guardianes, y no era uno ni dos, eran todos los que tuvimos y todos los que veía por el Pirineo. La verdad es que añoraba el carácter de Sultán, mucho mejor guardián, rápido, ágil , alegre, cariñoso. Veía a los Mastines y veía unos perros enormes y muy bonitos, pero con mucho menos carácter, más torpes y más flemáticos , de forma que empecé a darme cuenta que muy a mi pesar, el perro aragonés y pirenaico no tenía el carácter que yo quería, no eran el perro al que yo aspiraba.

Pachón

A día de hoy, en el año 2005 en el chalet del Pirineo aún tenemos a un Mastín del Pirineo, Pachón II , y un cruce de Pastor Alemán, Belga y Husky llamado Pachín; como sobra decir no guardan ninguno de los dos, pero es que mis padres están ya de vuelta de los perros y les importa un bledo que guarden o no, ya no quieren más perros y cuando que mueran estos dos ya no tendrán más perros en la casa.

Pachón con mi padre

Pero sigamos con la historia, tras los lógicos años de locura juvenil, en que no me preocupaba mucho del tema de los canes, en el año 97 retomé la afición que desde crío había tenido por los perros. Además en esa época se me empezó a pasar por la cabeza la idea de independizarme a corto o medio plazo, mi idea era el irme a una casa con jardín y tener allí perros de guarda. En ese momento ya tenía claro que el Mastín de los Pirineos, la raza de toda mi vida no valía para lo que yo quería y que esos perros lobos cruzados de pastor alemán con cualquier cosa pero que guardaban de maravilla, ya no existían.

Así que empecé a buscar todo tipo de información sobre razas de guarda. Empecé a comprar libros y videos, acudir a exposiciones y comenzaba a frecuentar foros de internet sobre molosos y perros de presa principalmente. Empezó así mi búsqueda de mi perro perfecto, y mi perro perfecto era el que fuera un magnífico perro de guarda. Así en 1998 conocí al Mastín del Cáucaso, pero eso irá en el siguiente artículo.


MARCO